- ¿Cuándo empieza un matrimonio? ¿Qué es el matrimonio?
- ¿Qué papel desempeña el sexo?
- ¿Qué es lo que destruye al matrimonio?
- ¿Qué es lo que fortalece al matrimonio?
He visto muchos matrimonios exitosos, felices, duraderos.
Y he visto muchos matrimonios que han fracasado; algunos de ellos terminaron en separación o divorcio.
¿Por qué prosperan algunos y otros decaen? Esto me pregunto yo, y esto se preguntan muchos cónyuges.
Veamos algunas respuestas y sugerencias.
- ¿Qué es el matrimonio, y cuándo comienza?
a. Lo que enseño Jesús
“Al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo. Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.” (Marcos 10,6-9, citando de Génesis 1,27 y Génesis 2,24)
Según Jesús, entonces, el matrimonio es una unión duradera entre un hombre y una mujer; es la base de una nueva familia; es para toda la vida.
b. Lo que dice nuestra Confesión de Fe
Creemos que la intención de Dios es que la vida humana nazca en familias y sea bendecida mediante familias. No sólo esto, sino que Dios desea que todas las personas lleguen a ser parte de la iglesia, que es la familia de Dios. A medida que los miembros solteros y casados de la familia que es la iglesia dan y reciben sustento y salud, las familias pueden crecer hacia la integridad que es la voluntad de Dios para ellas. Dios nos llama a la castidad y a la fidelidad matrimonial en amor. Creemos que la intención de Dios es que el matrimonio sea un pacto entre un hombre y una mujer para toda la vida.
c. Lo que entendemos según nuestra tradición y práctica en las iglesias
El matrimonio inicia con actos públicos realizado en presencia de testigos que incluyen la ceremonia civil (el compromiso ante la sociedad) y la ceremonia en la iglesia (la bendición de Dios en el contexto de la iglesia). Con estos comienza el matrimonio.
2. ¿Qué papel desempeña la sexualidad?
Las relaciones sexuales forman parte integral e indispensable del matrimonio. Tienen un doble propósito: a) promover la íntima unión y el placer en la relación matrimonial (Cantar de Cantares) y b) lograr la procreación (Génesis 1,28; Jeremías 29,8).
Las relaciones sexuales son necesarias para que el matrimonio funcione bien. (1 Corintios 7,1-5)
Las relaciones sexuales son reservadas para el matrimonio. (Levítico 18,6-23) Prosperan en el contexto de la seguridad y amor en el matrimonio. (1 Corintios 7)
El auto control (que es un fruto del Espíritu Santo) es necesario para que el sexo no se vuelva meramente egoísta y destructivo. (Gálatas 5,22-26)
Los “3 C” de la Sexualidad
Las relaciones sexuales que contribuyen a la felicidad de los cónyuges son practicadas con respeto, sensibilidad y compromiso. De ahí los “3C” de la sexualidad:
- Complementariedad (Respeto): Los seres humanos, creados como hombre y mujer, son iguales en dignidad y valor y distintos en “funciones” y funcionamiento. Esto está „muy bien “, dijo el Dios Creador (Génesis 1,26-31). Las relaciones sexuales son para conocer y satisfacer las necesidades del otro (1Corintios 7,1-5).
- Compenetración (Sensibilidad): Cultivar las relaciones sexuales implica “conocer” al cónyuge (Génesis 4,1). El sexo es inseparable del alma, es un misterio, implica entrega (Efesios 5,25-33). El sexo es algo bello, algo bueno, honorable, sagrado (Hebreos 13,4).
- Compromiso (Pacto): En el matrimonio no practicamos la independencia y la autonomía, sino la compañía y la interdependencia. El valor más alto no es la libertad sino la entrega mutua y el servicio uno al otro. No se trata de derechos sino de compromisos y deberes de los dos cónyuges.
“El auto control es necesario para que el sexo no se vuelva meramente egoísta y destructivo”
3. ¿Qué es lo que destruye al matrimonio?
¿Cuáles son algunas amenazas para el matrimonio? ¿Qué es lo que hace que los cónyuges se distancien uno del otro?
a. El idioma de “los derechos”
Uno de los enemigos del matrimonio está en el pensamiento: “Yo tengo derechos.” o “Yo tengo el derecho de exigir que me traten según mis derechos.”
Por ejemplo, escuchamos las siguientes expresiones:
– “Yo tengo el derecho a ser feliz.” (“¡Y tú tienes que hacerme feliz!”)
– “Yo tengo el derecho a ser yo mismo.” (Por esto tantas selfies; por esto tanto énfasis en buscar la satisfacción de mis deseos y en buscar la auto realización.)
– “Yo tengo el derecho al cambio.” Por esto cambio el celular, el auto y la licuadora cuando me place; y también el cónyuge.)
b. Jesús, los derechos y el servicio
“Jesús no vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10,45)
“Conocemos lo que es el amor verdadero, porque Jesús entregó su vida por nosotros. De manera que nosotros también tenemos que dar la vida por nuestros hermanos.” 1 Juan 3,16
No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás. Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.” (Filipenses 2,4-5)
c. Algunas frases que debilitan al matrimonio
Hablando de enemigos del matrimonio, están allí algunos detalles en cómo hablamos.
Estas son algunas de las frases y palabras que tienden a destruir al matrimonio:
– Nunca (“Nunca me escuchas.”
– Siempre (“Siempre llegas tarde.”
– Es tu culpa (“… que nos va tan mal.”)
– Tú debes cambiar (… entonces nuestro matrimonio será excelente.”)
– Tengo el derecho de que me trates bien. (“Pues, tengo el derecho.”)
– ¿Por qué …? (“… no hiciste este trabajo?”) Esto generalmente es una acusación, no una pregunta.
Vale la pena evitar estas frases.
4. ¿Qué es lo que fortalece al matrimonio?
¿Qué mantiene unidos a los cónyuges y promueve la salud del matrimonio?
a. Virtudes que fortalecen al matrimonio
Son tres las virtudes que hacen florecer al matrimonio:
- Amor: El cariño, el respeto, el aprecio al „Tu“, la solidaridad.
- Fe (Confianza): La convicción de que tú buscas mi bien y no mi mal.
- Fidelidad: Lo que caracteriza Dios; no abandonar al otro.
Estas tres virtudes están incluidas en los votos matrimoniales, en las promesas que los novios se dan en su boda: “Prometo amarte y honrarte, buscar tu bien y serte fiel en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte nos separa.”
Esta es la promesa: Amarte, confiar en ti y serte fiel.
Estos son tres pilares de un matrimonio duradero: Amor – Fe/Confianza – Fidelidad.
b. El compromiso de ser „una sola carne“
Esto significa compartir lo que antes era de cada uno.
- Mi cuerpo ya no me pertenece solo a mí. (1 Corintios 7,4)
- Nuestras fuerzas se unen para protección y ayuda mutua.
- Todos los bienes son de propiedad común. La prosperidad y las deudas “pertenecen” a ambos. “Mi salario” es nuestro salario; “mis deudas” son nuestras deudas.
- Los hijastros o hijastras se convierten en hijos e hijas de ambos.
- “Mi familia” es tu familia también.
c. Algunas promesas que pocas veces se hace
Normalmente estas promesas no son parte de una celebración de boda, no obstante, son útiles en proteger al matrimonio.
- Prometo no coquetear ni buscar la atención de alguien del sexo opuesto.
- Prometo que nunca te haré responsable de mi felicidad.
- Prometo compartir mis expectativas contigo.
- Prometo no hablar delante de otros en forma despectiva o degradante de ti ni de nuestro matrimonio.
- Prometo proteger a nuestro matrimonio de influencias externas que ponen en peligro a nuestro matrimonio (por ejemplo, niños, trabajo, suegros, etc.).
- Prometo rodear a nuestro matrimonio con un grupo de cristianos que nos fortalecen y nos apoyan.
d. Algunas frases que fortalecen al matrimonio
Estas frases expresan el amor, confianza, fidelidad.
- „Lo hiciste bien.“ “Gracias.”
- „Estoy orgulloso de ti.“
- „Puede ser…“; „Tienes razón.“
- “Lo siento. Por favor, perdóname.”
- „Me siento seguro contigo.“
Vale la pena practicar estas frases.
Concluyendo
El matrimonio no es para niños ni para cobardes. Por eso decimos con el Apóstol Pablo: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño.“ (1 Corintios 13,11)
En otro lugar Pablo escribe:
“Llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento. No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús.” (Filipenses 2,2-5)