La pandemia del coronavirus requiere de una reflexión bíblica y una respuesta de fe, inspirada por principios cristianos:
1. A partir de la perspectiva bíblica, enfermedades como el coronavirus son una consecuencia de la caída del hombre en el PECADO y la desobediencia a Dios (Génesis 3). Los efectos de esta caída fueron cósmicos, ya que distorsionaron a toda la creación. Toda la creación “gime” bajo las consecuencias del pecado y espera la liberación final (Romanos 8:22). Por lo tanto, no tenemos que estar sorprendidos que enfermedades infecciosas como el coronavirus se propaguen.
2. En la CRUZ del calvario, Dios mediante Jesucristo se identificó con TODO sufrimiento y con TODA enfermedad. Él mismo sufrió en su cuerpo las consecuencias de nuestro pecado y murió por nuestras transgresiones. Él se “enfermó” por mí. La resurrección de Cristo, sin embargo, también anticipa un mundo sin dolor y lágrimas. Ya que nuestra confianza puede descansar en la roca inquebrantable del Evangelio, hagamos nuestras las palabras del Apóstol Pablo (de Romanos 8:38-39):
”Estamos convencidos de que nada ni nadie podrá jamás separarnos del AMOR DE DIOS, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.”
3) Ya que Dios en la cruz se reveló definitivamente como nuestro padre lleno de gracia y misericordia, los creyentes están llamados a INTERCEDER ante Él por las aflicciones del mundo como el coronavirus.
4) En tiempos de sufrimiento, la CRUZ también se convierte en modelo de vida para la iglesia y los creyentes. Estamos llamados a sacrificar nuestro bien por el bien de los que sufren. Concretamente esto significa, que la iglesia cristiana y cada creyente individual tomará la epidemia como oportunidad de servicio sacrificial: Ayudaremos a los enfermos, compartiremos nuestras posesiones con aquellos que viven en pobreza o aquellos que pierdan sus trabajos, es decir, los más vulnerables a la crisis.
Esto puede significar que empresarios y gerentes donen sus salarios para que se puedan preservar puestos de trabajos en la crisis económica, que es generada por las cuarentenas a nivel mundial. Esto también puede significar que se pague la cuenta del vecino en la despensa, porque él perdió su empleo. Esto también puede significar que donemos sangre para que los hospitales dispongan de suficientes reservas para el tratamiento de otras dolencias. Especialmente, serviremos a los adultos mayores, porque ellos son los más afectados.
Frente a los desafíos de coronavirus, juntos estamos aprendiendo a ser Iglesia de Jesucristo en servicio de otros en una situación de emergencia.
5) Los cristianos seremos los primeros en acatar las DIRECTRICES DEL GOBIERNO, porque nos sometemos a nuestras autoridades nacionales: No tendremos reuniones y cultos, no quebrantaremos las leyes de protección laboral de nuestros empleados, evitaremos salir innecesariamente de nuestras casas, mantendremos nuestra higiene personal y al mostrar síntomas de la enfermedad, informaremos a las autoridades sanitarias.
Para apoyar al gobierno, tampoco divulgaremos TEORIAS CONSPIRATIVAS sobre el origen del virus o supuestas intenciones oscuras de grupos de poder, porque NO SON CIERTAS y generan desconfianza hacia las medidas del gobierno. Tampoco divulgaremos informaciones no confirmadas en los medios sociales, ya que esto genera miedo y pánico y porque la gente deja de confiar en fuentes oficiales. Mentir con buenas intenciones sigue siendo mentira.
6) El coronavirus destruye al ídolo moderno de la sociedad tecnocrática: Que nosotros dominamos el orden natural y que estamos “seguros” en nuestros sistemas. El coronavirus desvela la FRAGILIDAD de nuestras instituciones y seguridades. El coronavirus, por lo tanto, es una oportunidad de “oro” para reflexionar acerca de nuestras vidas y prioridades y “poner nuestra casa espiritual” en orden.